Mary Beard, La veu i el poder de les dones
«Si no es percep que les dones estiguin plenament integrades dins de les estructures de poder, ¿no ens caldria més aviat redefinir el poder, i no les dones?»
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📣 El primer ejemplo de un hombre que hace callar a una mujer está ya en la Odisea, de Homero (siglo VIII a. C.), una de las primeras muestras escritas de la cultura occidental, cuando el joven Telémaco, hijo de Ulises y Penélope, hace callar a su madre, una mujer inteligente de mediana edad, cuando ella expresa su opinión en público:
ᵃˢⁱ́ ᵠᵘᵉ ᵛᵉᵗᵉ ᵃᵈᵉⁿᵗʳᵒ ᵈᵉ ˡᵃ ᶜᵃˢᵃ ʸ ᵒᶜᵘ́ᵖᵃᵗᵉ ᵈᵉ ᵗᵘˢ ˡᵃᵇᵒʳᵉˢ ᵖʳᵒᵖⁱᵃˢ, ᵈᵉˡ ᵗᵉˡᵃʳ ʸ ᵈᵉ ˡᵃ ʳᵘᵉᶜᵃ, ʸ ᵒʳᵈᵉⁿᵃ ᵃ ˡᵃˢ ᶜʳⁱᵃᵈᵃˢ ᵠᵘᵉ ˢᵉ ᵃᵖˡⁱᵠᵘᵉⁿ ᵃˡ ᵗʳᵃᵇᵃʲᵒ. ᵉˡ ʳᵉˡᵃᵗᵒ ᵉˢᵗᵃʳᵃ́ ᵃˡ ᶜᵘⁱᵈᵃᵈᵒ ᵈᵉ ˡᵒˢ ʰᵒᵐᵇʳᵉˢ, ʸ ˢᵒᵇʳᵉ ᵗᵒᵈᵒ ᵃˡ ᵐⁱ́ᵒ. ᵐⁱ́ᵒ ᵉˢ, ᵖᵘᵉˢ, ᵉˡ ᵍᵒᵇⁱᵉʳⁿᵒ ᵈᵉ ˡᵃ ᶜᵃˢᵃ.
Homero describe cómo uno de los aspectos de hacerse adulto consiste en aprender a controlar las expresiones en público de las mujeres y silenciarlas. Asimismo, desde la literatura clásica nos llega una guía importante de lo que significa hablar en público, encabezada por autores como Aristóteles (siglo IV a. C.) y Cicerón (siglo I a. C.), en la que destaca la autoridad de la voz masculina: hablar de manera viril era esencial en el discurso público y del poder.
Según Beard, todavía ocurre que cuando el público oye una voz femenina no oye una voz que denote autoridad o más bien no ha aprendido a oír la autoridad que tiene. Faltan modelos del aspecto que debe tener una mujer poderosa, parece que debería tener cierto aire de hombre. Por ejemplo, Margaret Thatcher recibió clases para aprender a hablar en un tono más grave y así dar más autoridad a su discurso, y en ocasiones las mujeres que llegan al poder realzan sus rasgos masculinos, imitan roles retóricos que quizá no siempre sienten que les pertenezcan. Por eso Beard formula la siguiente pregunta: si no se percibe que las mujeres estén plenamente integradas en las estructuras de poder, ¿no nos hace falta más bien redefinir el poder, y no a las mujeres? 📣